El
capitalismo está sumido en la más profunda crisis que ha conocido jamás. La
profundidad de la misma se pone de manifiesto en la incapacidad que tanto los
políticos como los “expertos” económicos del sistema están demostrando a la
hora de taponar las numerosas vías de agua que tienen abiertas. Sólo parece
quedarles la huida hacia delante. Y eso están haciendo: no es que estén recortando
derechos políticos, sociales o económicos, como gusta decir al reformismo,
siempre partidario del lenguaje eufemístico, sino que se está procediendo,
simple y llanamente, a su abolición completa.
Los tiempos del llamado estado de bienestar
han finiquitado; y las tan ensalzadas libertades políticas han sido sólo un
mito en este país desde hace más de 70 años (la llamada Transición
democrática no fue más que una farsa diseñada y dirigida por el propio
franquismo), aunque durante muchos años hicieran creer a amplios sectores que
esto efectivamente era una Democracia.
Las máscaras están cayendo, a golpe de porra y
planes de “austeridad”. El capitalismo se nos está mostrando en toda su
crudeza. Y no hay marcha atrás a este proceso, por cuanto el sistema está
luchando por su supervivencia y no hay medida o decisión que no sea capaz de
tomar para no perecer. No hay que caer, por tanto, en posiciones nostálgicas
respecto a ese idealizado por algunos estado de bienestar o el no menos
idealizado estado de derecho que nunca existió; por el contrario,
debemos ser conscientes de que la única salida a la situación que estamos
viviendo es la de la transformación social, la superación de este sistema
podrido, corrupto y explotador que es y que siempre ha sido el
capitalismo.
Ésta es una idea fundamental por la
que se habrá de guiar este comité: consideramos que hay que resistir y defender
con uñas y dientes las conquistas alcanzadas en décadas de lucha obrera y
popular; pero esto no es suficiente: se impone la necesidad de construir un
nuevo tipo de sociedad, basada en auténticos principios de solidaridad,
igualdad, justicia.
No es este último un objetivo que pueda alcanzarse
en el corto plazo. Pero es la perspectiva con la que hay que trabajar, si no
queremos acabar en la charca del reformismo y las posiciones posibilistas, que
no conducen sino a cosechar una derrota tras otra.
Entendemos que la primera tarea que
se nos presenta a los sectores políticamente más conscientes es el de la
organización del movimiento obrero y popular; una organización que debe contar
con unas bases firmes y que debe estar regida por unos principios y objetivos
claros.
Estamos asistiendo a manifestaciones
multitudinarias, que son la más clara expresión del hartazgo y la voluntad de
combatir de los trabajadores de este país. Pero aún no existe una auténtica
cultura de lucha y movilización que se exprese de forma cotidiana y constante
en barrios y pueblos, a pesar de que movimientos como el 15-M hayan intentado
trabajar en esta línea, cosechando algunos éxitos, pero también no pocos
fracasos. Por decirlo de alguna manera, el movimiento obrero y popular, aunque
irrumpa de forma espectacular en ciertos momentos, carece aún de auténticos
cimientos y peca de una cierta indefinición política desde el punto de vista
estratégico, más allá de la, a nuestro entender, limitada consigna de “lucha
contra los recortes” o del folkclore “indignado”.
Éste es el ámbito en el que nuestro comité quiere
incidir. Consideramos que los barrios y pueblos del Estado deben contar con
organismos que, de forma constante, y a través de las más variadas actividades,
desde la convocatoria de asambleas para abordar determinadas problemáticas, a
la realización de charlas, debates, actos culturales, organización de protestas y otras acciones
ejerzan una labor de dinamización a partir de la cual se genere esa cultura de
lucha y movilización a la cual aludimos, creando conciencia y promoviendo la
cohesión, la solidaridad, el apoyo mutuo y la unidad en torno a una serie de
objetivos en el seno de cada barrio y pueblo y entre los diferentes barrios y
pueblos. No defendemos en ningún caso criterios localistas, sino que
consideramos que sin el fundamento, la fortaleza y la consistencia que da lo
local, no puede desarrollarse ninguna lucha general.
En esta labor, además, no partimos de posiciones “ciudadanistas”
o supraclasistas. Partimos de la base de que vivimos en una sociedad dividida
en clases. Nosotros, evidentemente, tomamos parte por los sectores explotados y
oprimidos y, particularmente, por la clase obrera (desempleada o en activo,
nativa o extranjera). Consideramos que es a través de la lucha de clases, a través de su desarrollo
(y no a través de la concertación y la paz social), como los
problemas a que nos enfrentamos encontrarán solución, en la medida en que el
poder de una clase, el poder de los grandes empresarios, banqueros y oligarcas
sea algún día arrojado al basurero de la historia.
Por otra parte, queremos también dejar claro que no
es nuestra intención competir con ninguna de las organizaciones,
colectivos y movimientos ya existentes. Antes bien, nuestra voluntad es la de
colaborar con todos aquéllos con los que podamos llegar a acuerdos en cualquier
cuestión, aunque tal colaboración debe darse sobre una base de principios. No
defendemos la unidad por la unidad. Respecto a aquellos sectores que
consideremos que realizan una labor política nociva seremos totalmente
beligerantes.
Pretendemos que este comité sea lo más inclusivo
posible, pero no en el sentido en que otros movimientos malentienden este
concepto. Creemos en una inclusividad revolucionaria y combativa, que tenga por
fundamento elementos como el anticapitalismo, el antifascismo, el antisexismo,
el internacionalismo o el rechazo al vigente régimen monarco-fascista y a su
aparato institucional y de partidos, cuya función no es sino asegurar las
mejores condiciones para la dominación capitalista. Quienes pretendan acercarse
a este comité con la intención de defender los intereses de partidos u
organizaciones electoralistas o institucionales, cualesquiera sean sus siglas,
se encontrarán con las puertas cerradas, así como aquéllos que pretendan
sabotearlo de un modo u otro.
Este comité, como su propio nombre indica, pretende
ser un organismo popular, con todo lo que ello conlleva: popular, porque
creemos que la lucha está en la calle y no en los parlamentos o poltronas;
popular, porque parte de un criterio de organización asamblearia y horizontal;
popular también porque queremos ser expresión de las luchas, no sólo de los
obreros, sino, asimismo, del conjunto de los sectores populares (trabajadores
autónomos, estudiantes...); popular, por último, porque llamamos a que se
incorporen a él todos aquellos que compartan las bases mínimas por las que nos
regimos, independientemente de cuáles sean sus planteamientos ideológicos o en qué
organización se milite, siempre, claro, que no sean organizaciones como las ya
señaladas y que defiendan intereses espurios. El propio proceso de constitución
del comité ya se ha dado con este criterio amplio, por cuanto que quienes lo
hemos promovido venimos de diferentes corrientes políticas e ideológicas.
Por último, hacemos un llamamiento a que allí donde
existan condiciones se creen comités u organismos similares, con los que
estaríamos dispuestos a colaborar y trabajar de la forma más estrecha.
¡¡ SI TÚ NO DEFIENDES TUS
DERECHOS, NADIE LO HARÁ POR TI !!
¡¡ EL PRESENTE ES DE LUCHA
!!
¡¡ EL FUTURO ES NUESTRO !!
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