jueves, 27 de septiembre de 2012

La crisis y la lucha popular.

La crisis no es un hecho meramente casual, sino que viene determinada por los propios fundamentos del capitalismo: medios de producción en manos privadas para el enriquecimiento de unos pocos, producción de bienes materiales sin control alguno, crecimiento ilimitado, consumismo desaforado (lo que, además de generar la llamada crisis de superproducción y los desequilibrios económicos asociados a la misma, conduce al agotamiento de los recursos naturales y a la degradación del medio ambiente), creación de todo tipo de burbujas inmobiliarias, crediticias, financieras...

Desde el estallido de la crisis económica, los gobiernos de turno (no importa si estos eran sociolistos o populares), a instancias de la Comisión Europea, el F.M.I. y el B.C.E., nos han impuesto toda una serie de medidas dirigidas a que seamos los trabajadores, los pensionistas, los desempleados, las clases populares en definitiva, los que paguemos las consecuencias de sus políticas codiciosas, de su ambición sin límites, de la crisis que ellos han provocado. En este sentido, debemos reseñar algunas de las medidas que se están adoptando a fin de conseguir que seamos efectivamente los sectores populares quienes corramos con los costes de la crisis:

-La última reforma laboral (que no hace sino desarrollar lo ya apuntado en la anterior, impuesta por el Gobierno Zapatero) es, sin duda, la más agresiva desde los tiempos del franquismo, y con ella, sorprendentemente, se pretende crear empleo abaratando el despido, facilitando una mayor desregulación de las relaciones laborales y otorgando un poder ilimitado al empresario para imponer sus condiciones en detrimento de los derechos de los trabajadores.

-La reforma educativa ha aumentado el ratio de alumnos por aula, ha precarizado de manera muy importante las condiciones laborales del profesorado, reduciendo a su vez las becas y endureciendo las condiciones de acceso a las mismas. Se impone de la forma más descarada una educación elitista y mercantilizada. Esto ya se daba, pero ahora se muestra en toda su evidencia.

-La reforma sanitaria, lejos de racionalizar el acceso a la salud pública de los ciudadanos, lo que persigue es que ésta deje de ser pública, universal y gratuita, dejando sin cobertura sanitaria a amplios sectores de la población, como ocurre con la población inmigrante, los mayores de 26 años que no hayan cotizado a la Seguridad Social (y éstos son muchos, teniendo en cuenta que la mitad de nuestra juventud se encuentra en situación de desempleo), o a gran parte de los trabajadores en paro que hayan agotado las prestaciones por desempleo. Fruto de esta misma reforma, nos encontramos con el repago farmacéutico, por el que los pensionistas tendrán que abonar un porcentaje de los medicamentos en función de su renta. Asimismo, los trabajadores tendrán que pagar un porcentaje mayor de los medicamentos dependiendo de su situación laboral y de su renta, también en los referente a prótesis, preparados dietéticos, en ambulancias que no se consideren urgentes, en tratamientos de diálisis, quimioterapia etc.. Por otra parte, se desfinancian 417 fármacos de uso común que hasta ahora eran gratuitos o estaban financiados. Podríamos hablar igualmente de la situación en que van a quedar muchas personas dependientes, a quienes también afecta de un modo especialmente grave esta llamada reforma sanitaria. Todo ello constituye un auténtico atentado contra los derechos sociales que tanto ha costado conquistar.

-Se están privatizando gran parte de los servicios públicos (siendo el objetivo privatizarlos absolutamente todos). Éstos servicios, lejos de abaratarse o de mejorar su funcionamiento, como de forma totalmente falaz y espuria intentan vendernos, no harán sino deteriorarse cada vez más. Los estrictos sistemas de seguridad en el ferrocarril, por poner un ejemplo, se relajarán o desaparecerán. La seguridad no es rentable. Y ya sabemos que la rentabilidad es lo único que importa a la llamada iniciativa privada. El único objetivo de estas privatizaciones es la de enriquecer a los de siempre, empobreciendo a la inmensa mayoría.

-El Real Decreto Ley de medidas para garantizar la estabilidad presupuestaria y de fomento de la competitividad, por el que se reducen las cotizaciones sociales empresariales, en detrimento de las arcas de la Seguridad Social, es también especialmente sangrante. El IVA, en su tramo general, sube de un 18% a un 21%, el reducido de un 8% a un 10%, existiendo productos como gafas, lentillas o material escolar que pasan de un 8% a un 21%; las retenciones de autónomos pasan de un 15% a un 21%; se les suprime la paga extraordinaria de Navidad a los funcionarios y empleados públicos (que, aunque los diferentes gobiernos intenten jugar la baza de la división, son también trabajadores, y algunos se sorprenderían de hasta qué punto está extendida la precariedad en las administraciones públicas). Se reducen significativamente las indemnizaciones del Fondo de Garantía Salarial a los trabajadores para casos de insolvencia o concurso de acreedores de las empresas.

Todas estas medidas tomadas por la llamada clase política, en connivencia con los poderes económicos y financieros a los que sirven, y con la inestimable colaboración de organismos como el FMI o el BCE, que carecen de ninguna legitimidad democrática (los políticos son elegidos mediante procesos electorales que no pueden ser calificados más que de farsas; y a estos últimos, a los organismos internacionales, no les elige absolutamente nadie), son, según ellos, necesarias, imprescindibles e inaplazables. Evidentemente lo que suponen es la abolición total y absoluta del pírrico Estado de Bienestar que hemos tenido durante unos pocos años.

Están desarrollando un golpe de Estado, que pretende eliminar de un plumazo todos los derechos adquiridos en décadas de lucha obrera y popular. Vivimos en un estado de excepción económico, social y político. Y esto último, el estado de excepción en su sentido político y policial, se pone de manifiesto con medidas como la reciente reforma del código penal, cuya intención represiva, fascista en el fondo y en la forma (el franquismo nunca terminó de irse en este país, sino que adoptó otros aspectos), es evidente. Al margen de la demagogia con que se ha presentado, el objetivo de esta reforma es sólo uno: dotar aún más al Estado de las herramientas para poder perseguir y criminalizar a la disidencia política.

El sistema capitalista desde su aparición ha ido desarrollando diferentes fases. Ahora nos encontramos en su etapa de dominio del capital financiero, de los monopolios y del imperialismo. La crisis económica que el capitalismo arrastra desde hace varias décadas, y que ha repuntado en los últimos años, impuso la necesidad de acabar con la producción industrial tradicional en los llamados países avanzados, impulsó la cultura del consumo desaforado, estimuló el desarrollo de las comunicaciones y las nuevas tecnologías de la información, los mercados (principalmente los mercados financieros) se desregularon, las empresas transnacionales extendieron la producción y las inversiones por todo el planeta, en busca de la rentabilidad más fácil, trasladándole desde Occidente a los llamados países emergentes, donde los salarios son significativamente menores y la legislación laboral es extremadamente laxa o simplemente no existe.

Todo esto nos ha llevado a un capitalismo financiero, especulativo, a una especie de economía de casino, que genera grandes beneficios a una pequeña parte de la población y sufrimiento y miseria para la mayoría, es una filosofía basada en la más absoluta de las codicias.

El sistema capitalista evidentemente ha demostrado ser capaz de generar una cantidad de riqueza ingente, pero que se distribuye de una manera cada vez más injusta, creando una brecha que ya resulta insoportable entre los más poderosos y el resto de la población. El capitalismo ha demostrado ser incapaz de dar satisfacción a las demandas de los ciudadanos.

Y en este contexto de malestar y crispación social donde un día sí y otro también, se producen manifestaciones, concentraciones, asambleas de trabajadores, huelgas, es donde el Estado muestra su faceta más represora, cargando brutalmente en las manifestaciones, deteniéndonos, identificándonos para multarnos, agrediéndonos por el mero hecho de exigir nuestros derechos como trabajadores, como ciudadanos, como personas, encarcelando en no pocos casos.

Salir a la calle es condición necesaria pero no suficiente para lograr nuestros objetivos. Resulta imprescindible la organización mediante la creación en los centros de trabajo, en los barrios o en los pueblos de asambleas, de comités de resistencia popular u otros organismos para hacer frente a las agresiones del capital; y no sólo para resistir o defendernos de estas agresiones, sino para ir creando las condiciones políticas, ideológicas y organizativas que en algún momento nos permitan pasar a la ofensiva e iniciar un proceso de superación del sistema capitalista, de transformación social revolucionaria. Mientras el capitalismo siga en pie no podremos hacer efectivos y permanentes los objetivos por los que luchamos.

 
¡¡SI TÚ NO DEFIENDES TUS DERECHOS, NADIE LO HARÁ POR TI!!
¡¡ORGANÍZATE Y LUCHA!!

domingo, 16 de septiembre de 2012

JUGAR A LA REVOLUCIÓN Y HACER LA REVOLUCIÓN

 
Últimamente, se vienen dando situaciones que resultan casi surrealistas. El infantilismo y la frivolidad en el que están instalados ciertos sectores del movimiento obrero y popular –o que pretenden ser parte del movimiento obrero y popular- no parecen tener límites. La última ocurrencia con que estos sectores se han despachado es con la famosa Toma del Congreso del 25-S.

Por lo visto, creen que esto de tomar el congreso no es más que un juego, que cambiar el orden jurídico, político y económico vigente no requiere más que de la convocatoria de una manifestación, seguida de unas alegres y festivas jornadas de camping urbano, tras las cuales, los capitalistas y los políticos a su servicio, completamente acobardados ante “tamaña demostración de fuerza”, huirán despavoridos para refugiarse en las islas Caimán o aún más lejos, dejando a los trabajadores organizar la sociedad como crean conveniente.

En realidad, los convocantes de esta insurrección de cartón piedra tampoco tienen muy claro qué es lo que buscan con ella. Desde el planteamiento inicial hasta ahora, han ido redefiniendo hasta tal punto los objetivos de la misma, que se hace realmente difícil seguirles en su discurrir (o en su desbarrar) político. En un principio se habló de tomar el congreso, con miras a forzar nada menos que un nuevo proceso constituyente (así, de un día para otro, con dos ovarios); después, de una acampada; por último, hubo quienes -en el colmo de lo absurdo- hablaron de algo así como “abrazar el congreso”...

Es lo que ocurre cuando metes en una misma asamblea al 15-M, a la secta de los humanistas, a los criptofascistas de Democracia Real Ya, a algunos elementos que se dicen comunistas o anarquistas sin serlo en absoluto, a algunas personas bienintencionadas pero políticamente ingenuas, a los nostálgicos del 14 de abril (es decir, al republicanismo más descafeinado y reformista) y a toda la panoplia del freakismo político que tanto se hace notar en ciertos ambientes. De semejante jaula de grillos no podía salir nada bueno.

Podríamos tomarnos toda esta historia a cachondeo. El problema es que el asunto tiene poca gracia. Este tipo de iniciativas tienen consecuencias para el conjunto del movimiento obrero y popular. Podemos apuntar un par de ellas: se siembra la confusión y el desconcierto, y se frivoliza, se vacían de contenido determinadas consignas o planteamientos. Y esto ciertamente le viene muy bien al sistema: no hay mejor manera de evitar una revolución de verdad que escenificando un simulacro patético de la misma; no hay mejor manera de neutralizar ciertas consignas que vaciándolas de contenido. En este sentido, los promotores de todo este despropósito le prestan un impagable servicio al sistema.

Nuestro Comité defiende que hay que demoler este sistema hasta los cimientos, que este sistema no es reformable, que se hace necesario construir otro tipo de sociedad, otro tipo de realidad política, económica y social. Pero una cosa es jugar a la revolución y otra muy diferente disponerse a hacerla realmente. Lo segundo requiere de paciencia, de organización, de una voluntad firme de lucha, de claridad en los objetivos y en la estrategia y la táctica a seguir para alcanzarlos. Y el movimiento obrero y popular aún está lejos de contar con todo esto. Es éste el trabajo, el ingente trabajo que tenemos por delante: conseguir que el movimiento obrero y popular esté en condiciones de llevar a cabo una revolución auténtica, que suponga realmente la superación del podrido capitalismo y de todo lo que representa. Es por ello por lo que no podemos sino oponernos de la forma más contundente a esta ceremonia de la confusión que se pretende desplegar el 25-S. 



viernes, 14 de septiembre de 2012

Economía básica.

Con el objetivo de fomentar el conocimiento, desde el C. R. P., publicamos el siguiente texto acerca de cuestiones básicas de Economía, a través de un comentario general de lo que es y supone, así como mediante la explicación ce conceptos básicos:


Resumen e introducción a la Economía política
La Economía es la ciencia más discutida, más ligada a la vida cotidiana. Temas como precios, salarios, inflación, crisis preocupan y afectan a todos pero pocos los comprenden. El objetivo de toda ciencia es desentrañar las leyes que rigen los fenómenos de la realidad, para lo cual no debe quedarse en lo superficial sino investigar en lo profundo. Consideramos que ello justifica nuestro intento de popularizar las bases fundamentales de la ciencia económica, de la Economía política, abrir un sendero que nos interne en lo profundo de este ámbito, a la vez tan cotidiano y tan misterioso.
¿Qué significa economía? Este término deriva de los vocablos griegos oikos(orden) y nominos(casa) y significa administración doméstica. Cuando la idea se traslada del ámbito familiar al social, se le considera economía política (polis: ciudad). La economía política estudiaría, pues, la mejor administración de lo público, la mejor utilización de los recursos de la sociedad. Su definición científica sería “Es la ciencia del desarrollo de las relaciones sociales de producción, es decir ,de las relaciones económicas entre las personas, y esclarece las leyes que gobiernan la producción y distribución de los bienes materiales en la sociedad a lo largo de la diversas fases de su desarrollo”. Esta definición cumple dos condiciones esenciales 1. Es clasista, no elude las relaciones de producción, o sea, las formas de la propiedad de los medios de producción que da origen a las clases sociales. 2. No es estática, la sociedad cambia y se desarrolla, por ello cambian las leyes económicas. Además esta no estudia los problemas de un país determinado, sino las leyes de cada modo de producción.
Sabemos que el movimiento, o sea el cambio constante, es una ley inexorable, que rige tanto en la naturaleza como en la sociedad. En materia económico-social, esta ley perjudica a quienes disfrutan de una posición privilegiada dentro del estado de cosas existentes, que no quiere perder. La ciencia económica, al reflejar la realidad, pone en evidencia la inevitabilidad de los cambios. Esta verdad objetiva aterroriza a las clases dominantes y tratan de ocultarla, de oponerse a la ciencia. Por ello, los economistas burgueses al servicio de los intereses de su clase, niegan que este sistema sea transitorio e investigan técnicas para parchear el sistema. Por eso para la clase desposeída que nada tiene que perder ni ocultar, constituye una herramienta indispensable si quiere llevar a cabo los cambios a los que aspira.
Bien, vamos a adentrarnos en el estudio, esclareciendo fácilmente el significado de una serie de conceptos básicos.
        1. Fuerza de trabajo (la persona que trabaja)
        2. Objeto de trabajo (la materia que se trabaja)
        3.  Medios de trabajo (los instrumentos y medios para desarrollar ese trabajo)
        4.  Medios de producción (los objetos más los medios de trabajo)
        5.  Fuerzas productivas (el trabajador más los medios de producción)
       6.  Relaciones de producción (las distintas formas en que las personas se relacionan entre sí para actuar sobre la naturaleza y repartirse el producto del trabajo social)
             El rasgo determinante en dichas relaciones de producción es la propiedad de los medios de producción.
       7.  Modo de producción (la suma de las fuerzas productivas(con un grado determinado de desarrollo) y las relaciones de producción que le corresponden)

Cuando las relaciones de producción ya no corresponden al grado de desarrollo de las fuerzas productivas, sino que, por el contrario, lo frenan, se abre una era de revolución social. La humanidad a medida que avanza debe modificarse a sí misma.
El TRABAJO es la ejecución de tareas que implican un esfuerzo físico o mental y que tienen como objetivo la producción de bienes y servicios para atender las necesidades humanas. El trabajo es por tanto la actividad a través de la cual el hombre obtiene sus medios de subsistencia por lo que o bien trabaja para vivir o vive del trabajo de los demás
LA MERCANCÍA es un producto del trabajo humano, capaz de satisfacer una necesidad, y destinada al intercambio, es a su vez un objeto útil y de valor.
Lo que transforma una materia prima en mercancía (un árbol en un mueble) es el trabajo humano invertido en hacerla. El trabajo concreto (carpintero) crea un objeto útil, con valor de uso y el trabajo en abstracto crea un valor que se manifiesta cuando esa o otra mercancía es vendida. Cuando los productores se relacionan entre sí intercambiando sus respectivos productos en el mercado, es cuando se revela el aspecto social de su trabajo; lo que cuenta en esta relación social, lo que la regula, es la CANTIDAD DE TRABAJO, contenido en las mercancías de cada uno. Este se divide en trabajo simple o complejo (técnico). El trabajo complejo o técnico encierra el gasto de los que han aprendido a realizarlo y el costo de los medios invertidos en dicha enseñanza. El trabajo simple no conlleva preparación especial alguna. Por ello el trabajo complejo, en una misma unidad de tiempo crea más valor que el simple. Pero lo que importa no es el tiempo del trabajo individual, sino el tiempo socialmente necesario, en condiciones normales de intensidad y productividad, esto es lo que determina el valor de las mercancías. Se observa una ley que cuando aumenta la productividad del trabajo, desciende en la misma proporción el valor de cada unidad del producto, esta ley la conocemos como:
LEY DEL VALOR
Las mercancías, allí donde impera la producción mercantil y la propiedad privada, tienden a cambiarse en consonancia con su valor, o sea representando cantidades iguales de trabajo social. Cuando la producción y el consumo no están planificados y cada uno produce descontroladamente lo que quiere, solo de forma casual y por breve tiempo, la oferta coincide con la demanda. Por lo tanto, tampoco las mercancías se venden por su valor, salvo casualmente por corto tiempo. La economía capitalista o bien omite referirse a la fuente de los precios (que son la expresión monetaria del valor, el tiempo de trabajo social empleado) o bien los fundamentan en base a la mayor o menor utilidad y al grado de escasez. Pero es la ley del valor la única forma de equilibrar una economía espontanea y de propiedad privada.
La ley del valor, tras una aparente relación entre cosas, está expresando en realidad, una relación entre personas. Es una ley económica, y ya sabemos que la economía, ciencia social, no se ocupa de las relaciones entre cosas, sino entre personas.
EL DINERO
A medida que se desarrolló el intercambio fueron variando las formas de expresión del valor. Desde la forma simple de una mercancía por otra, hasta que una de las mercancías de uso más generalizado, se convirtió en intermediaria de todo intercambio, es decir en un equivalente general. Todas las demás pasaron a expresar su valor a través de ella. El papel de equivalente general lo han desempeñado históricamente diversas mercancías: el ganado entre los antiguos griegos, romanos, árabes, hindúes; el marfil en África; la sal en China y Egipto etc… Pero con la práctica poco a poco se impusieron los metales preciosos (oro y plata) en todas partes como equivalente general. Tales mercancías encierran mucho valor en poco volumen, tienen gran duración y son fácilmente divisibles. Al expresar el valor de todas las mercancías el oro perdió la posibilidad de tener equivalente, pero gano un poder casi ilimitado. El oro se transformo en monedas, las cortes de los reyes pesaban y acuñaban dichas monedas con su valor y su efigie y así se creó la forma dinero del valor. A partir de ahí el intercambio mercancía-mercancía (M-M) se transforma en mercancía-dinero-mercancía (M-D-M). El dinero además ya no solo actúa como intermediario, sino que empieza a poder acumularse. Ese dinero acumulado pronto necesito un sitio donde guardarse, por miedo a salteadores y ladrones, y así se crearon los bancos. Esos banqueros al recibir dinero otorgaban unos recibos y así nació el papel moneda.
Con la parición del dinero, nace el crédito, o sea una cantidad a percibir en un futuro a cambio de mercancías. Nacen los cheques y los títulos de crédito endosables. Partiendo del trueque hemos llegado a un mundo gobernado por el dinero, tanto en forma real como ideal. Las fuerzas que el hombre crea y desata, pero que no comprende ni domina, ahora lo aprisionan y lo alienan. Sólo en una sociedad planificada y socializada, donde se estudian las leyes económicas y se ponen al servicio de la humanidad, se crean las condiciones para poner fin a esta alienación.
LA PLUSVALÍA
La fórmula de circulación de las mercancías hasta aquí era M-D-M, se presentaba como un método de satisfacer las necesidades personales. El proceso empezaba con la venta de mercancía y se compraba otra que se necesitaba. Cuando surge la figura del comerciante la cosa cambia radicalmente, para este la finalidad de la compra es obtener más dinero por la venta de dichas mercancías. Así la nueva fórmula es Dinero-mercancía-Dinero+d , el dinero invertido D, se convierte en dinero incrementado D+d, a este incremento se le conoce como plusvalía. El dinero no es ya un mero intermediario, se ha convertido en la finalidad misma de la actividad mercantil. El dinero se ha convertido en capital y su misión es producir plusvalía.
En el terreno de las relaciones humanas y sociales, cuando un obrero trabaja 8 horas al día para un propietario de medios de producción, este produce algo y el capitalista lo vende por valor de 8 monedas, que representa su justo valor. Pero este estipuló con su trabajador un salario de 4 monedas al día, pues bien, esas otras 4 monedas que el capitalista extrae y se apropia, son la Plusvalía.
El trabajador al no poseer medios de producción lo único que puede vender es su fuerza de trabajo, que bajo este sistema, se convierte en una mercancía. Su jornada entonces de divide en dos partes. En la primera digamos de 4 horas repone el valor de su fuerza de trabajo, es el trabajo necesario. En una segunda parte de otras 4 horas, el trabajador crea un excedente de valor, del cual se apropia gratuitamente el capitalista, esto es el trabajo excedente o plusvalía. La plusvalía es posible porque un ser humano puede mantenerse él y su familia consumiendo menos de lo que produce.
La plusvalía puede ser absoluta, el total de plusvalía extraída en tantas horas de trabajo o relativa que es cuando en un mismo horario, en un trabajo de una misma duración se obtiene mayor productividad. También encontramos la plusvalía extraordinaria, que es la que obtiene una empresa, que por razones técnicas, de marca o prestigio
, o de superexplotación produce más que sus competidoras en el mismo lapso. Generalmente ésta es excepcional y transitoria.
EL SALARIO
El salario es en realidad el precio de la fuerza de trabajo, aunque en la práctica se disfraza como el precio del trabajo mismo. El trabajador alquila su fuerza de trabajo por un salario estipulado por el dueño de los medios de producción. También esto ocurre cuando se trabaja “ a destajo” o “a piezas”, aunque se oculta más, el fondo del problema es el mismo.
CAPITAL CONSTANTE Y CAPITAL VARIABLE
Capital constante corresponde a la inversión hecha en maquinarias, materias primas, etc. tiene un desgaste a largo plazo, no se agota en la producción y no varía.
Capital variable es aquel que se intercambia por una labor, es decir, el salario que se paga a los empleados etc.. y este crece, disminuye, en definitiva varía.
Al mismo tiempo que aumenta el capital variable, el trabajo del obrero conserva el valor del capital constante, transfiriéndolo al producto. El trabajador mantiene vivo el capital y lo hace crecer, esta categoría de la producción cuyo valor de amortiza paulatinamente se le llama corrientemente capital fijo, que no es sino la forma de ocultar la diferencia entre capital constante y variable, incluyendo los salarios en el capital circulante.
La cuota de ganancia es la que resulta de comparar la plusvalía con la totalidad del capital (constante+variable). La ganancia parece brotar de todo el capital pero es solo una forma trasfigurada de la plusvalía, la cual solo tiene relación con el capital variable. Con esta cuota de ganancia y con el dinero siempre en movimiento llega la acumulación de capital por parte del Propietario de los medios de producción.
TRANSFORMACION DE LA PLUSVALIA EN GANANCIA Y EL REPARTO DE ESTA
El valor de toda mercancía se integra de dos componentes
1. El valor preexistente, cristalización de un trabajo anterior, que se transfiere al producto. Ya sea el valor total de las materias primas, combustibles, etc… consumidos o la parte del valor que corresponde al desgaste de edificios, maquinaria, herramientas, etc…
2. El nuevo valor creado por la acción de la fuerza de trabajo viva.
La tasa de ganancia no es otra cosa que la comparación de la plusvalía con el capital total, o sea una deformación de la tasa de plusvalía, que sí explica científicamente el fondo del problema, dado que solo el capital variable produce plusvalía. Para el capitalista la ganancia será siempre la simple diferencia entre lo invertido y el precio de la venta de sus productos en el mercado. Para el menor costo, mayor ganancia. Los desplazamientos de capitales en busca de una mayor tasa de ganancia, dan como consecuencia que la ley sea la tendencia a la uniformidad de esa tasa. Así la plusvalía tiende a transformarse en ganancia media. Solo tomada en su conjunto la plusvalía y la ganancia son la misma cosa. Dicho de otra manera, la ganancia no es sino la forma en que se reparte la plusvalía el capitalismo.
En tanto la tecnificación de unas u otras empresas aumenta la productividad del trabajo, ello beneficia al conjunto de la clase capitalista. Se acorta el tiempo necesario para crear los medios de subsistencia, o sea que en cada jornada  de trabajo disminuye el tiempo necesario y aumenta el tiempo excedente. Se crea así plusvalía relativa y crece la masa total de la plusvalía. La tecnificación aumenta la explotación de los trabajadores, la productividad del trabajo aumenta más velozmente que los salarios y, por ende, se intensifica la explotación.
El conjunto de comerciantes e industriales actúan  como socios de un único proceso (producción-circulación) que finaliza con el consumo de esta mercancía y estos se reparten la plusvalía generada por la clase trabajadora en proporción a la cuantía de sus respectivos capitales, por acción de la ley de la ganancia media.
El prestamista es un socio virtual del capitalista, aunque la forma jurídica del contrato lo disimule. Al cederle dinero en préstamo, comparte con él la plusvalía generada por el trabajo humano. Es prestamista se conforma con menos cuota porque el dinero que presta es ajeno, es dinero proveniente de capital acumulado en forma de moneda por otros capitalistas, de los ahorros de otros sectores de la sociedad, de las aseguradoras que tienen que tener un colchón de dinero para afrontar riesgos o siniestros etc..
Sobre la renta de la tierra, de un terreno, tanto la renta absoluta como la diferencial son porciones de plusvalía que no se ingresa el capitalista, sino que se transfiere al terrateniente. Solo si el capitalista es también el dueño de la tierra puede apropiarse también de la totalidad de la plusvalía. Los economistas burgueses sostienen que la fuente de la renta es la tierra, pero nadie conoce campos donde brote espontáneamente el trigo o el ganado se críe solo. No es la tierra, sino el trabajo humano, la fuente del valor de los productos agropecuarios y , por lo tanto, de la parte de ese valor que ingresa como ganancia del capitalista o como renta del terrateniente.